Cigarrillos electrónicos: trampas de la moda - Periódico Invasor - Diario online de Ciego de Ávila

2022-10-27 10:42:49 By : Mr. Allen Liu

Cigarrillos electrónicos: trampas de la moda Por Grether Martínez Segura Foto: Michel Guerra Unos dicen que “quitan las ganas de fumar”, otros que “son más saludables”; lo cierto es que sus implicaciones para la salud no están del todo claras

Diecisiete años tenía Liuma Rodríguez Marrero la primera vez que puso un cigarro en su boca. En ese entonces, pensó, solo sería “una cachadita”. Seis años después ha perdido la cuenta de cuántos ha encendido, aunque si algo tiene claro es que en tiempos normales puede llegar a fumar alrededor de una caja diaria. Que hace daño, lo sabe, mas desconoce cómo luchar contra ese deseo que la domina.

Sin embargo, desde hace unas semanas, los Rothmans de menta que siempre le acompañaban ya no le fascinan. Al menos no como antes, cuando era capaz de pagarlos al precio que aparecieran. La culpa es de su amiga Lily, confiesa, por darle a probar aquel “aparatico” que la enganchó todavía más.

Como “muy gracioso” define su primer encuentro con un cigarrillo electrónico (CE) , que al instante desplazó al de siempre, porque “ayuda a controlar las ganas de fumar. Me encantó ese aparato. Muero por tener uno”. Por eso, a las puertas de su cumpleaños 24, se ha encargado de gritar a los cuatro vientos que el regalo no puede ser otro. Nada la haría más feliz ese día que por fin poder tener el suyo.

Igual de feliz pueden haber sido, o son, otros que ahora forman parte de la comunidad de “privilegiados” que “vapea” y no fuma —o alterna las dos— desde que los CE desembarcaron en estos lares y, de a poco, se han convertido en tendencia entre los jóvenes, bajo el sello de “inofensivos y cool”. Y aunque podría parecer que no hay motivos aparentes para preocuparse, la Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta, en su último informe sobre la epidemia mundial del tabaquismo, sobre el peligro de que la comercialización de estos productos, dirigida, fundamentalmente, a la población joven, incluya información falsa y engañosa sobre supuestos beneficios para la salud y su eficacia para ayudar a dejar de fumar, cuando aún no existen suficientes estudios científicos para demostrarlo.

Cuando en 2003 el farmacéutico Hon Lik patentó un sistema electrónico de entrega de nicotina —como también se conoce a los CE— con el propósito de eliminar los efectos nocivos de los otros productos presentes en el cigarro, tal vez no imaginó que, 19 años después, millones de personas en el mundo se harían adictos a su invento. Mucho ha llovido desde entonces y tantos son los nombres por los que se conocen a estos dispositivos (e-cigs, e-hookahs, mods, plumas de vapor, vapeadores o vapers, sistemas de tanque) como sus formas y tamaños, que van desde la imitación de un cigarro convencional hasta lo más parecido a una memoria USB.

Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos

A pesar de las modificaciones, la esencia en el funcionamiento de los CE sigue siendo la misma: un aparato que, en vez de quemar tabaco, vaporiza de manera electrónica un líquido (también conocido como e-liquid), contenido en un cartucho recargable —o no, porque también pueden ser desechables— que, además de una base de propilenglicol, o glicerina vegetal, está compuesto por sustancias como la nicotina en diferentes concentraciones (0-36 mg/ml), saborizantes y aromas. De ahí que, al acto de fumar un CE se le llame, comúnmente, vapear, pues la persona termina inhalando vapor y no humo.

En la actualidad, existen en el mercado más de 7000 sabores diferentes, entre ellos el chocolate, la menta, el tutti fruti, el café, lo cual, a criterio de la OMS, es uno de los atractivos más fuertes para adolescentes y jóvenes. Así lo confirma Jorge Luis Sosa Gutiérrez, de 26 años, quien en 2021 probó uno de estos modernos cigarrillos en un viaje al exterior y fue precisamente el sabor uno de los motivos que lo convenció de comprarse uno que, hasta el momento, alterna con el cigarro tradicional que ha consumido por una década.

No obstante, desde que los e-cigs entraran al mercado estadounidense en 2007, como otro elemento para ayudar a dejar de fumar, la polémica a su alrededor no ha parado de crecer. Varios estudios han puesto en entredicho las dosis de nicotina declaradas en el etiquetado, tras demostrar que estas, muchas veces, no coinciden realmente con las contenidas. Aún así, habrá quienes piensen como Jorge Luis, para cuyo gusto la de los CE es una nicotina “mucho más suave que la del cigarro normal”, razón para verlos como más “saludables”.

Si bien Cuba no puede compararse hoy con otros países donde el consumo de CE se ha disparado de manera brutal, como es el caso de Estados Unidos —el porcentaje de adolescentes que vapea nicotina aumentó el doble entre 2017 y 2019, según el estudio Monitoring the Future , realizado por investigadores de la Universidad de Michigan hace dos años—, las imágenes cotidianas hablan de una juventud, no necesariamente fumadora convencional, que cada día se familiariza más con estos modernos artilugios, a pesar de la complejidad de acceder a ellos a través de un mercado informal, sustentado por quienes viajan a otros países donde sí está normalizada su comercialización.

A sus 20 años, Mario Santana cree que tener un e-cigar “da tremendo swing”. La primera vez que vio uno de “esos aparaticos” fue en un video musical de su cantante favorito, pero la imagen se le ha hecho tan cotidiana como salir de fiesta a bares y discotecas con sus amigos. Por eso le pidió uno a su primo que vive en España para probar.

“Todo el mundo dice que son mejores y tantas personas no pueden estar equivocadas. Además, te quitas de encima el olor y el mal aliento que deja el cigarro”, refiere con plena confianza de haber hecho la mejor elección.

Otras son las razones de Jorge Luis, que, a pesar de no quitarle las ganas de fumar, los defiende por ser “muy ventajosos para usar en bares y discotecas”, donde escapan a las regulaciones de no fumar en espacios cerrados. Tal vez por ello resulta más frecuente verlos en estos lugares, en los que, como mismo sucede con el cigarro real, no pueden desligarse de un consumo social que los vende como diversión en noches de fiesta.

Como un pretexto para pertenecer a un grupo lo ve Leisa Fundora, estudiante de duodécimo grado, al reconocer que en los últimos tiempos llevar un CE se ha vuelto una moda pues “los artistas famosos lo usan mucho y siempre está el que quiere imitarlos”. Una imitación que, de cierta manera, también ha sido motivo para ver en otro nivel, dentro del estatus social, a quienes pueden permitirse pagar por ellos.

Pero si la moda ha podido subsistir en un país donde no se expenden de manera formal, ha sido gracias a un mercado que hoy se mueve, sobre todo, en redes sociales en Internet. Una simple búsqueda en los grupos de Revolico de Ciego de Ávila en Facebook, deja resultados para todos los gustos y bolsillos: desechables, recargables, de sabores, con nicotina, sin nicotina.

De cuánto cuesta aventurarse con uno o mantener “el vicio” da luces Sosa Gutiérrez, mientras explica que “están los desechables, de entre 2000 y 2500 caladas, que cuestan alrededor de 2000.00 pesos, y los recargables, poco recomendables para Cuba, porque cada cierto tiempo estás obligado a cambiarle el filtro y, cuando se acaba el líquido, a veces no lo encuentras. Si aparece, un pomito de 10 mililitros puede salirte cerca de los 400.00 pesos”.

Sin embargo, “se venden y tienen buena salida”, según escribe en Messenger Roberto Pérez, quien los promociona en uno de los grupos de venta de la popular red social, mas el éxito “está en dependencia del precio, el cual varía según la cantidad de cachadas que trae el cigarro, en caso de que sea desechable”.

Al final, “el precio poco importa, si son más saludables y no crean adicción”, dos atributos que Mario pone por delante, sin más evidencia que lo escuchado en boca de otros, y de los que la comunidad científica no da fe.

Tomada de https://elsiglocoahuila.mx

El mercado de los vapers se ha convertido en un negocio tan rentable a nivel mundial que, según una proyección hecha por Bloomberg. Industries , para 2023, se especula, supere al del tabaco tradicional. Muchos fumadores los prefieren actualmente como alternativa para dejar atrás un hábito que cada año pone fin a más de ocho millones de vidas en el mundo, según datos de la OMS.

Que sean los vapeadores una opción “más segura” frente a los tradicionales, es una afirmación con tantos defensores como detractores, a falta de estudios que muestren los efectos de su uso a mediano y largo plazo para la salud.

En julio de 2019, los CE empezaron a mirarse con otros ojos en el mundo, cuando el Centro para el Control de Enfermedades en Estados Unidos hizo saltar las alarmas al reportar un número inusual de personas internadas por enfermedad respiratoria que compartían como antecedente común usar este tipo de dispositivos. EVALI se le llamó a la enfermedad que, hasta febrero de 2020, había reportado 2807 casos de pacientes hospitalizados y 60 muertes confirmadas.

Los riesgos, coinciden los expertos , vienen de la mano de las sustancias contenidas en el líquido y de las producidas como consecuencia de la combustión de estas a altas temperaturas. En ese caso está el propilenglicol, que, si bien se usa ampliamente en la industria alimentaria, sus efectos pueden no ser los mismos al inhalarse, sobre todo si se tiene en cuenta que a altas temperaturas se descompone y puede ocasionar óxido de propileno, posible carcinogenético. Su inhalación de forma prolongada puede causar irritación de los ojos, garganta y vías aéreas. A ello se suma que, junto al glicerol, la otra sustancia base, producen carcinógenos como formaldehído y acetaldehído.

A su vez, los peligros aumentan en aquellos que contienen nicotina, sustancia psicoactiva capaz de crear una dependencia muy fuerte y que aumenta el ritmo cardíaco, altera la presión arterial y puede dañar el endotelio —capa interna de los vasos sanguíneos—. Por si fuera poco, la doctora Yamila Caraballoso Berrío, especialista de Primer Grado de Neumología del Hospital Provincial General Docente Doctor Antonio Luaces Iraola, agrega que, a nivel del pulmón, las micropartículas de nicotina pueden ingresar a los alvéolos, causando espasmos respiratorios e incluso enfermedades inflamatorias.

• Conozca aquí otros daños pulmonares asociados al uso de vapeadores

Y a pesar de que en su consulta sean más frecuentes las caras de quienes consumen los cigarros convencionales, tampoco es que el uso de los e-cigs libere de todo mal, pues “como hábito al fin, son pacientes propensos a, por la exposición a estos químicos, desarrollar en un futuro una Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica, que, a la larga, o a la corta, lleva a la fibrosis pulmonar”.

Mas no se precisa probar uno de estos modernos dispositivos para sufrir en carne propia los efectos de un vapor que carga el aire de sustancias como nicotina, propilenglicol y diminutas partículas líquidas, con altas posibilidades de penetrar de manera rápida en los pulmones y causar daño asociado a su consumo pasivo. Motivo suficiente para que la OMS plantee la necesidad de someterlos a las mismas regulaciones que el tabaco para su consumo en lugares públicos, a pesar de la prohibición establecida para su venta, actualmente, en 32 países .

El mejor consejo lo daba, dos años atrás, Gina Tambini, representante de la OPS/OMS en Colombia, en el marco del Día Mundial sin Tabaco, al afirmar que “tanto los productos de tabaco como los CE presentan riesgos para la salud y el enfoque más seguro es no consumir tampoco”. Porque, aunque el cigarrillo electrónico lleve las de ganar ante el tradicional, hay modas que pueden pagarse bien caro.

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